El mito de Atalanta

Infancia y juventud

En cuanto Esqueneo, el rey de Arcadia, se enteró de que su primer hijo no era un niño sino una niña entró en cólera y ordenó a un pastor que la abandonase en el bosque. El pastor, siguiendo las órdenes del rey, dejó a la pequeña en la ladera de una agreste motaña.

La niña, que tenía frío y hambre, empezó llorar y su llanto atrajo la atención de una madre osa que tenía la guarida cerca. Después de olisquear a la bebé se la llevó junto con sus oseznos, le dio de mamar y la mantuvo caliente y a salvo.

La niña fue creciendo mostrándose inquieta y valiente hasta que fue econtrada por unos amables cazadores que la enseñaron todo lo que sabían acerca de la caza.

La caza del jabalí de Calidón

Cuando ya era adulta, Atalanta se enteró de una noticia terrible: la diosa Artemisa había enviado un enorme y monstruoso jabalí al país de Calidón para castigar a su rey, Eneo, por olvidarse de ella y no honrarla con los primeros frutos de la cosecha.

La bestia estaba devastando el reino, aplastándolo todo a su paso, matando al ganado y a las personas. Por lo que Eneo pidió ayuda a los cazadores más valientes de Grecia y entre ellos llegó Atalanta conocida como «el orgullo de los bosques de Arcadia».

Cuando Meleagro, el hijo de Eneo, la vio le pareció la mujer más hermosa que había visto en toda su vida. Sin embargo, a Atalanta solo le gustaban los hombres como compañía para cazar y no deseaba casarse con ninguno.

Algunos cazadores no aceptaron a Atalanta, porque pensaban que la compañía de una mujer era algo indigno, pero finalmente accedieron porque Meleagro sí quería que Atalanta participase en la cacería.

De modo que Atalanta, Meleagro y los demás hombres partieron a cazar al jabalí y resultó que una vez consiguieron rodearlo, la bestia los embistió con tanta rapidez que hirió de gravedad a varios, y aplastó a dos de ellos. Los demás no conseguían herir a la bestia, puesto que su pelaje la protegía de las flechas y las lanzas.

Sin embargo, en medio del caos y terror de los hombres, Atalanta mantuvo la cabeza fría y se enfrentó al jabalí. Este se abalanzó sobre ella, pero justo en ese momento  Atalanta tensó su arcó y disparó una flecha que alcanzó el ojo del monstruo atravesándolo hasta el cerebro. Este se detuvo en seco y cayó derribado sobre el suelo. Como no estaba muerto aún, Meleagro desenvainó la espada y lo apuñaló en el corazón.

Todos los cazadores insistieron en que Meleagro fuese quien recibiera la piel del jabalí puesto que él había sido quien lo había matado, pero Meleagro se negó y le entregó la piel a Atalanta para que recibiera los honores de la caza.

El resentimiento se apoderó de los hombres, especialmente de los tíos de Meleagro quienes no deseaban consentir que un premio así se le entregara a una mujer. Por lo que los tíos de Meleagro se enfrentaron a Atalanta tratando de arrebatarle el pelaje. Meleagro sin dudarlo, se interpuso entre ellos y con su espada acabó con la vida de sus tíos.

Después, los cazadores se presentaron ante el rey y la reina ―Eneo y Altea―, comunicándoles las dos noticias: el jabalí estaba muerto y su hijo había matado a sus tíos ―los hermanos de la reina―. Esta al enterarse con todo detalle de cuanto había sucedido, enfureció y fue corriendo a sus aposentos, donde tenía guardado un cofre cerrado con llave. Lo abrió y sacó de él un tronco y lo lanzó a las llamas, provocando así la muerte de Meleagro.

Y es que, muchos años atrás, cuando Meleagro era tan solo un bebé, Átropos, una de las tres Moiras, se le había aparecido a su madre, Altea. Átropos arrojó un tizón a la chimenea y luego dijo: «Tu hijo vivirá hasta hasta que este leño se convierta en cenizas».  

Altea apagó las llamas rápidamente, sacó el tizón de la chimenea y después lo escondió en un cofre que cerró con una llave para a proteger la vida de Meleagro. Sin embargo, nunca imaginaría que su propio hijo mataría a sus hermanos y todo por una mujer que se dedicaba a algo tan impropio a su condición femenina como la caza.      

Así, cuando Altea tiró el tizón al fuego, Meleagro cayó al suelo agonizante hasta que el tronco se consumió y entonces Meleagro murió. Atalanta presenció la muerte de Meleagro y muy triste abandonó Calidón para regresar a Arcadia.

La carrera pedestre y las manzanas de oro  

Una vez en Arcadia, Atalanta se enteró de quiénes eran sus padres y cuando se presentó ante el rey, este le dio la bienvenida sabiendo que se trataba de su hija, a quien ordenó dejar abandonada en el bosque. El rey no había conseguido tener ningún hijo heredero, por lo que decidió reconocer a Atalanta como su hija.

Atalanta además de bella se había hecho muy famosa y ahora, además, era heredera de un reino. Por ese motivo, aparecieron muchos pretendientes y su padre le ordenó que se casara con uno de ellos, pero Atalanta seguía sin querer casarse. Ante la insistencia de su padre, y para deshacerse de sus pretendientes, Atalanta anunció que se casaría con el hombre que consiguiera derrotarla en una carrera a pie. Ella estaba convencida de que ninguno podría ganarla.  

Muchos de sus pretendientes aceptaron el desafío, pero Atalanta era muy rápida y les ganaba siempre. Hasta que, finalmente, solo queda un hombre dispuesto a competir: Hipómenes. Este sabía que no podría ganar la carrera porque no era lo suficientemente fuerte ni rápido. Por ello, Hipómenes le pidió a Afrodita que le ayudase a ganar la carrera. La diosa se le apareció con tres manzanas de oro y se las entregó para que las arrojase al suelo durante la competición y así distraer a su rival.  

A la mañana siguiente, Atalanta estaba en la línea de salida esperando que llegara Hipómenes. Él apareció con los brazos sobre la cintura, sujetando las manzanas que llevaba escondidas. Cuando dieron la señal de salida, Atalanta, a quien le había agradado Hipómenes, le dio cierta ventaja, pero al cabo de un rato lo alcanzó con facilidad. Entonces, él dejó caer una manzana de oro. Al ver la manzana rodar por el suelo, Atalanta se detuvo para cogerla. Mientras, Hipómenes continuó corriendo por delante. Atalanta volvió a alcanzarlo y él dejó caer la segunda manzana. Atalanta se detuvo de nuevo para recogerla. Ahora Hipómenes estaba ya muy cerca de la meta. Atalanta volvió a correr y a ponerse a la altura del joven. Este dejó caer la tercera manzana y una vez más, Atalanta la recogió y justo en ese momento, Hipómenes cruzó la línea de meta.

Así es como ganó Hipómenes a Atalanta y ambos se casaron. Los dos fueron felices por un tiempo. Hasta que, llevados por la pasión, la consumaron en el interior de un templo dedicado a Cibeles. La diosa colérica los convirtió en leones, condenados a tirar de su carro para siempre y sin poder mirarse el uno al otro.

Créditos

Imagen de cabecera: Atalanta, escultura en mármol de Pierre Lepautre (1703-1705).

Imagen de cierre: Fuente de Cibeles, Madrid, España.

Bibliografía

Shinoda Bolen, J. (2015). Artemisa: El espíritu indómito de cada mujer. Editorial Kairós SA.

Hamilton, E. (2021). Mitología: Todos los mitos griegos, romanos y nórdicos. Editorial Ariel.

Museo Nacional del Prado. (s.f.). Hipómenes y Atalanta. https://www.museodelprado.es/coleccion/obra-de-arte/hipomenes-y-atalanta/b136eb8b-c3f1-4787-935b-0003ed114220

Sánchez, E. (2022). El mito de Atalanta, la bella cazadora. La Mente es Maravillosa. https://lamenteesmaravillosa.com/mito-de-atalanta-la-bella-cazadora/

Mitos Griegos. (s.f.). El mito de Atalanta e Hipómenes. https://www.mitosgriegos.net/amor/el-mito-de-atalanta-e-hipomenes/

4 respuestas a “El mito de Atalanta”

  1. Avatar de Maite

    Muy bonito mito. Con un final que rompe los esquemas, como era habitual en aquella época: los dioses y su culto por encima de las pasiones, claro está 🙂

    Ahora comprendo y me sorprendo más de la Cibeles de Madrid.

    Un abrazo 🙂

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    1. Avatar de Cristina Rubio

      Me alegra que te haya gustado, Maite. A mí me dio mucha pena el final de Atalanta, pero su vida me parece fascinante.

      Es cierto, ahora, tras conocer este mito, ya no veremos a la Cibeles de Madrid del mismo modo.

      ¡Muchas gracias por tu comentario y un abrazo! 🤗

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  2. Avatar de Nuria de Espinosa

    Menuda historia Cristina. Me encanta que la hayas compartido. Un placer como siempre. Abrazos

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    1. Avatar de Cristina Rubio

      ¡Muchísimas gracias, Nuria! 🩷

      Este es uno de los mitos griegos que más me gustan a pesar de que acaba mal. Lo que más me llama la atención es que la protagonista sea una mujer y también por cómo se describe el trato que recibían las mujeres y todas las limitaciones que sufrían. Atalanta es un ejemplo de superación de esas limitaciones, pues desafía las normas de su tiempo con determinación y valentía.

      ¡Un abrazo!

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