Relatos con sabor a mar

Relatos con sabor a mar

Iniciamos septiembre con dos bellísimos relatos de Patricia F. y Ana Piera.

Ambas autoras han participado con estos dos relatos en el reto de agosto propuesto en este espacio: El mar como protagonista.

Os animo a que los leáis. ¡Os van a encantar! 🧜🏻‍♀️🌊🩷

Desde las profundidades

Aquella mañana la playa amaneció más silenciosa y solitaria que de costumbre, las suaves brisas acompañaban la calma y una leve espuma acariciaba la orilla. 

El sol se anunciaba en degradé de rojos, naranjas y amarillos, reflejados en el brillo espejado de esa orilla. 

En las profundidades del mar las merrow, sirenas mitológicas irlandesas, se preparaban para salir esa noche a la playa y comenzar su ritual, sobre las suaves olas, reflejos tornasolados solo perceptibles para las miradas entendidas, daban cuenta de lo que estaba por acontecer. 

Ese era el día y ellas como cada año con paso lento emergerían de las profundidades, dejando una estela de luces fluorescentes de estrellas marinas, indicándoles el camino de retorno a las profundidades. 

La luna llena de agosto ya estaba en el zénit marcando un camino lunar sobre las aguas, mientras tanto las bellas merrow comenzaron a asomar sus rojas cabelleras cubiertas con las algas de la protección, una especie de gorro mágico, llamado “cohuleen druith” esencial para que puedan viajar del mar a la tierra y viceversa, una vez terminada su visita. 

Sus plateadas colas de sirenas, con destellos tornasol, se transformaron en piernas y pies, permitiéndoles emerger de las profundidades, hacia la orilla. 

Una vez allí, encendieron la gran fogata y comenzaron la danza de iniciación, invocando a los poderes protectores del mar. 

Cada año, en la misma fecha, ellas salen, danzan y cantan, invocando a los espíritus. 

Cuentan en sus cantos que hace muchos siglos, los seres malignos de las profundidades formaron un ejército para conquistar las tierras profundas bajo el mar y las tierras altas sobre el mismo, deseaban convertir en sus esclavos a los seres mágicos de las profundidades y los de los bosques; pues los humanos de alguna manera, ya lo eran. 

No fue fácil formar un ejército con seres de ambos espacios, coordinarlos y que lucharan juntos contra los malignos. 

Por eso ellas fueron invocadas, para que fueran el nexo entre ambos mundos, y fueron dotadas con las algas mágicas, permitiéndoles pasar de un estado a otro, sin ningún inconveniente. 

Desde las profundidades marinas y las boscosas, surgieron los seres mágicos, sirenas, hadas, duendes. 

Los pies descalzos de las bellas merrow sobre la arena danzaban al ritmo de su canto, mientras los seres de los bosques se sentaban formando un círculo a su alrededor. Leprechauns, hadas, los traviesos pooka, la raza divina de los Tuatha Dé Danann, los Sidhe y luego los Selkies, Kelpies. En esa playa al pie de las montañas de Mourne, allí, cada año se van congregando para recordar aquella epopeya. 

Esa noche y solo en esa noche, todos los seres se unen formando un solo bando uniendo sus cuerpos en un festejo épico, necesitan que se recuerde aquella batalla, la que liberó a esos sitios de la invasión oscura, de la esclavitud de los poderes negros de la maldad oculta y para que todos recuerden que uniendo sus fuerzas son invencibles. 

“Recordar y nunca olvidar” ese ha sido su lema, durante toda esa noche la playa se transforma en una fiesta, cuando asoman las primeras luces del alba, la orilla queda desierta, cada uno retornó a su lugar y antes que desaparezca la estela luminosa en el mar las sirenas han vuelto nuevamente a las profundidades. 

Autora: Patricia F.

Blog: Artesanos de la Palabra

Comentario

Me ha encantado que tu historia se base en los seres mágicos irlandeses. Me fascinan las criaturas mágicas, pero nunca había sabido de la mitología irlandesa. ¡¡Gracias a ti ahora sí!!

Has escogido a las merrow como las criaturas capaces de unir a todos los seres mágicos del mar y del bosque para luchar contra el mal. Me ha parecido realmente interesante, pues las describes como sirenas con el poder de transformarse en humanas. Esto las convierte en el nexo de unión entre el mar y la tierra, es decir entre los seres fantásticos marinos y lo seres fantásticos terrestres.

Más allá de la historia en sí, que me parece muy bien desarrollada, la has contado, desde el comienzo hasta el final, de una forma muy bella y evocadora. Ese comienzo en el que describes la playa al amanecer es precioso. Luego nos hablas de las merrow y esto que dices refiriéndote a ellas es bellísimo: “como cada año con paso lento emergerían de las profundidades, dejando una estela de luces fluorescentes de estrellas marinas […]”. En tus descripciones juegas mucho con los colores y creo que es un gran acierto, porque te hacen ver toda esa belleza de la que hablas.

Respecto al final, me parece un cierre espectacular ese lema “Recordar y nunca olvidar”: “[…] para que todos recuerden que uniendo sus fuerzas son invencibles”. Estos bellísimos seres mágicos deben recordar y nunca olvidar que deben mantenerse unidos si no quieren convertirse en esclavos del mal. Lo cual me parece una preciosa enseñanza.

Patricia, te doy mi enhorabuena y te agradezco que hayas compartido una historia tan bella y tan llena de magia.

Piel de Sal

Transito el mundo como si estuviera fuera de mi elemento: mis mucosas sufren, mi piel se agrieta y descama, me diluyo a cada paso. Mis pensamientos errantes me impiden concentrarme. Cruzo la ciudad distraída, a veces no hago caso a los semáforos hasta que un chirrido de frenos frente a mí, como una cubetada de helada realidad, me hace ser consciente del momento.

Al despertar por las mañanas, recuerdo jirones de historias sin pies ni cabeza, y un rastro fragmentado de sensaciones: ecos de música, humedad, y un olor salobre suspendido en mi habitación.

Cuando mi amigo Esteban me propuso un viaje a la playa, mi dermatóloga me advirtió que si entraba al mar debía ser con moderación y me entregó una lista interminable de cuidados y remedios. Aquella sería mi primera vez en el mar.

La vasta extensión azul, acuosa y ondulante me hipnotizó. No hubo mejor lugar para mí que estar a su vera. Esteban se la pasó transportando sombrilla, toallas y mis cremas protectoras desde la casa que alquilamos hasta el lugar elegido para disfrutar de la playa. Ese día tomé mi primer baño de mar y fue una revelación. El agua me arropó como a una hija pródiga y me sentí por primera vez, en mi elemento. Desde la orilla Esteban me gritaba recordándome que solo debía estar unos cuantos minutos, la realidad es que pasaron horas.

Mientras yo me cubría el cuerpo con una gruesa capa de crema, me preguntó molesto que cuándo había aprendido a nadar tan bien. Le di un susto cuando me vio tan lejos de la orilla. Le mentí al decirle que de niña tomé clases. La realidad es que nunca había nadado, hasta ese día y yo estaba tan sorprendida como él.

Esa noche, Esteban preparó una cena marina con ceviche de pescado, pulpo a las brasas, arroz y ensalada. Únicamente pude comer estos últimos. Esteban no podía ocultar su decepción. Él ignoraba que yo no comía esas cosas, pero tampoco me había preguntado lo que yo quería.

Cinco meses atrás una amiga nos presentó y congeniamos bastante bien. Ambos deseábamos tan solo una amistad. Era atento y se preocupaba por mí, pero había cosas que ignorábamos el uno del otro.

Sin proponérmelo, me encontré en la madrugada el umbral de su puerta. Él dormía. Yo tarareaba algo en un lenguaje desconocido. Fui incrementando el tono. Él se levantó de la cama con la mirada perdida, los ojos vidriosos y ausentes. Caminó hacia mí. Enmudecí y salí apresurada de la habitación cerrando la puerta.

Por la mañana él parecía no recordar el incidente. Para desayunar preparó huevos fritos con tocino y bromeó diciendo que si no comía, se enojaría de verdad. Teníamos un trato: él cocinaba y yo limpiaba el desastre. Por mis problemas de piel siempre lo hacía con guantes, pero cuando fue a darse un chapuzón, desnudé mis manos del látex, esa agua salina ejercía una agradable sensación en mí. Deseé volver a estar en el mar.

Esteban se volvió un impedimento para mi goce. Se preocupaba demasiado, impidiéndome hacer lo que yo quería. Decía querer evitar que algo malo me sucediera, o que empeorara mi problema de la piel. Parecía mi padre, queriendo controlarme. Me desquitaba por las noches, cuando bajo el influjo de mi canto él hacía lo que yo quisiera. Me iba al mar y él me seguía cual perrito faldero. Lo dejaba parado en la playa, viendo sin ver, mientras me sumergía, dejándome abrazar por el agua.

Mi visión subacuática resultó ser excepcional. ¡Qué alucinante resultaba ver los tímidos rayos de una luna menguante atravesando el agua! Algunos peces dormían, otros andaban de caza. Pulpos, cangrejos y otras criaturas, cada uno en lo suyo, me ignoraban mientras buceaba cerca de ellos. La paz que sentí fue indescriptible.

Era hilarante ver a Esteban por la mañana, quejándose de la arena en sus sábanas. Él, siempre tan limpio y ordenado no se explicaba tal cosa. Yo reía por dentro, como una niña malcriada.

La cosa cambió cuando días antes de que terminaran las vacaciones me declaró su amor. Lo odié por violar nuestro acuerdo. Con todo el tacto posible le rechacé, y le recordé que desde el principio había sido clara en que lo único que me interesaba con él era una amistad. Ahí cambió por completo, se volvió cruel e hiriente. Me echó en cara lo mucho que él se preocupaba por mí y que yo no valoraba eso. Me tildó de malagradecida. Que nadie me iba a querer por mi problema médico. «En tus peores momentos pareces leprosa», dijo. Se me figuró una araña que desde el inicio había preparado una red para que cayera su presa. Solo que ésta se le había escapado, y él no lo había tomado nada bien.

La convivencia se tornó muy difícil, salvo por las noches. La última resultó ser de luna nueva. Desnuda, y cantando, lo atraje a la orilla de la playa. La oscuridad era total y el mar rompía con tal estruendo en la orilla que no se escuchaba nada más. Esta vez no lo dejé esperándome, entró conmigo empapando su aburrida piyama de rayas. Me sumergí y él me siguió.

Esteban se ahogó sin aspavientos, sin luchar. Cuando la última burbuja de aire salió de su nariz, sentí cómo la agrietada piel de mi cuerpo se desprendía revelando una nueva y sana dermis. Mis glúteos y piernas se fundieron hasta convertirse en una enorme e iridiscente cola de pez.

Me alejé impulsándome con mi nueva cola, y a ratos, dejándome llevar por la fuerza de las mareas.

Nunca fui más feliz.

Nota: El mito de las sirenas relata la existencia de seres dotados del don de la música, cuya voz es tan bellamente cautivadora que logra quebrantar la voluntad de los hombres. No obstante, su encantador canto trae consigo un fatídico destino: la muerte. Es por esta razón que en la actualidad se denomina «cantos de sirenas» a las engañosas trampas que conducen a un resultado fatal.

Autora: Ana Piera

Blog: Píldoras para soñar

Comentario:

El comienzo es estupendo: “Transito el mundo como si estuviera fuera de mi elemento: mis mucosas sufren, mi piel se agrieta y descama, me diluyo a cada paso”, con esta frase y con el título ya nos metes de lleno en la situación de la protagonista, alguien que intenta vivir en un sitio, pero que al mismo tiempo se siente totalmente fuera de él.

Luego aparece Esteban, ese amigo mandón, manipulador y enamorado que le propone a la protagonista pasar las vacaciones en la playa. Ella no se imagina que nada más ver el mar se siente como en casa: “La vasta extensión azul, acuosa y ondulante me hipnotizó. No hubo mejor lugar para mí que estar a su vera”.

Después la historia se va poniendo cada vez más interesante, con esas escapadas nocturnas a la playa. La protagonista se lleva a Esteban con ella, pero luego por la mañana él no recuerda nada. Finalmente él le declara su amor y como ella le rechaza le habla de una forma muy cruel: «En tus peores momentos pareces leprosa». En ese momento, la sirena hace una reflexión que me encanta: “Se me figuró una araña que desde el inicio había preparado una red para que cayera su presa. Solo que ésta se le había escapado, y él no lo había tomado nada bien”.

Todo acaba con la muerte de Esteban y la liberación de la protagonista en todos los aspectos. Con este final veo un fuerte simbolismo en toda la historia: es como si las mujeres estuviésemos presas en un mundo artificial creado por los hombres y necesitásemos volver a nuestros orígenes: la naturaleza para sentirnos quienes somos de verdad.

Ana, te doy mi enhorabuena y te agradezco que hayas compartido esta mágica historia con nosotros.

Créditos: Imagen de Leo en Pixabay

2 respuestas a “Relatos con sabor a mar”

  1. Avatar de Guardiana Saturno
    Guardiana Saturno

    Qué relatos maravillosos 😍 estas sirenas me han hechizado 🤭 Amo profundamente las sirenas! Y las historias que han creado son verdaderamente atrapantes! Ambos cuentos podrían desprender otros capítulos. Espero que puedan seguir escribiendo más 🙌🏽

    Le gusta a 1 persona

    1. Avatar de Cristina Rubio

      Sí, son dos relatos muy buenos. ¡Muchas gracias por tu comentario, Guardiana Saturno!

      Le gusta a 1 persona

Deja un comentario

Presentación

Alianzara es una comunidad literaria pensada para quienes aman leer, escribir y conversar sobre libros. Aquí encontrarás un directorio de blogs literarios, reseñas, retos de escritura, mitos y leyendas, y un club de lectura donde compartir tu pasión por las letras. ¡Únete a esta alianza de amor por la literatura!

¡Estamos en Bluesky!

Alianzara © 2024 by Cristina Rubio is licensed under Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivatives 4.0 International